LA INTELIGENCIA Y LA PALABRA
José Antonio Marina, Filósofo español
Mensaje para el Día del Libro , Castilla- La Mancha, 1997
A la gente joven no le gusta leer,a pesar
de la insistencia con que seguimos recomendando, con muy poca convicción y sin
pararnos a dar razones, intentaré librarme de esa pereza y comenzar por el
principio. ¿ Por qué es tan importante leer?. Para divertirme, tengo las
películas y la televisión. Para conseguir información, los videos o los
multimedia. Todo el mundo sabe que una imagen vale más que mil palabras.
Entonces, ¿ por qué gastar tiempo leyendo libros, que es una actividad lenta,
poco efectiva y, si me apura, anticuada?. ¿ No será uno de esos consejos que se
repiten por inercia y que conviene dejar que entren por un oído y salgan por el
otro?
Pues no,
la lectura no es importante porque divierta, ni porque nos tranmita
información, sino por algo más trascendental: porque la inteligencia humana
es una intelingencia lingüística. Sólo gracias al lenguaje podemos
desarrollarla, comprender el mundo, inventar grandes cosas, convivir, aclarar
nuestros sentimientos, resolver nuestros problemas, hacer planes. Una
inteligencia llena de imágenes y vacía de palabras es una inteligencia mínima,
tosca y casi inútil. No es verdad que una imagen valga más que mil palabras.
Necesitamos decirnos a nosotros mil palabras para conseguir ver perfectamente
una imagen. Para que nuestra inteligencia sea viva, flexible, perspicaz,
divertida, racional, convincente, necesitamos, en primer lugar, saber muchas
palabras. No se trata de un adorno, sino de algo importante. Cada vocablo es
una herramienta para analizar la realidad. Por ejemplo, el vocabulario sentimental
nos permite aclarar lo que sentimos. En él está sedimentado el saber de
nuestros antepasados, las diferencias que han descubierto. Ser miedoso no es lo
mismo que ser cobarde. Sentir celos no es lo mismo que amar. Ser listo no es lo
mismo que ser inteligente. Podemos pasarnos de listos, pero nunca nos
pasaremos de inteligentes.
La lectura nos parece más lenta que la imagen
porque en la imagen lo vemos todo de golpe, mientras que el lenguaje está
expuesto en líneas. Pero es precisamente al poner en líneas lo que vemos en
bloque cuando la inteligencia se desarrolla, porque entonces puede explicar las
cosas, es capaz de razonar, de decidir
justamente, de elaborar planes. Aquí está la gran utilidad de la lectura, que
nos enseña a explicar y a explicarnos lo que somos, lo que sentimos, lo que nos
está pasando, lo que nos gustaría que sucediera. Las personalidades incapaces
de hacerlo son inarticuladas, torpes, razonan con dificultad, están pegadas a
lo concreto, a la última imagen que les ha impresionado, son incapaces de
relacionarse con las grandes ideas de la humanidad, con sus grandes proyectos,
con sus grandes sentimientos. Son, en una palabra, muy poco libres.
Leer, hablar, escribir, es decir, explicar y
comprender el mundo con las palabras es una condición indispensable para
desarrollar la inteligencia humana. Perfeccionar la inteligencia exige siempre
un entrenamiento. La biblioteca es el gran gimnasio intelectual. Leer, pensar,
bailar o jugar al baloncesto son actividades que sólo se hacen bien si uno se
empeña en ello. Lo que desde luego no exige ningún esfuerzo es ser estúpido. Tú
decides.